Adaptarse o desaparecer: la Ley de Vientre o la continuidad judía

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Autor: Naum Kliksberg
Actualmente se está produciendo un proceso de rápida extinción demográfica de los judíos de la Diáspora, lo cual tendrá graves consecuencias negativas para Israel .
La Ley de Vientre es también utilizada por una parte importante de las comunidades judías del mundo. Esta actitud deja afuera del judaísmo a muchas personas, contribuyendo a la desaparición gradual del pueblo judío.
En el año 1920 de cada 100 judíos/as que se casaban en el mundo sólo 2% lo hacían con no judíos/as. En el 2009 el 67% se casan con no judíos/as. Se puede estimar que en 15 a 20 años de cada 100 judíos/as que se casen el 90% o más lo hará con no judíos/as. (Estas estadísticas no incluyen a Israel ).
La mayoría de los matrimonios mixtos interreligiosos y de sus hijos/as se alejan del judaísmo. La causa principal es la discriminación y el rechazo hacia ellos que en el mundo fomentan en las comunidades judías los rabinos ortodoxos, y la influencia creciente que esos rabinos ejercen sobre el gobierno de Israel .
El problema central radica en que mientras el gobierno de Israel continúe implementando oficialmente la Ley Judía del Vientre, y de esa forma legitimando y fortaleciendo en todo el mundo la prédica contra los matrimonios mixtos de los rabinos ortodoxos, la mayoría de los matrimonios mixtos continuarán alejándose del judaísmo, incluso aquellos en los cuales la mujer es judía (en estos casos se aceptan a sus hijos/as como judíos/as, pero sigue siendo lo suficientemente desagradable el rechazo por la constitución de «esa familia mixta» como para motivarla a que opte por no integrarse al pueblo judío).
Por estos motivos se está produciendo actualmente un proceso de rápida extinción demográfica de los judíos de la Diáspora, lo cual tendrá graves consecuencias negativas para Israel .
Los dirigentes y los periódicos judíos por lo general trataban de dar poca información sobre el actual proceso de extinción demográfica de los judíos de la Diáspora. Esto no es ético, porque los judíos tienen derecho a que se les informe en profundidad sobre los problemas más graves que tienen que enfrentar. El cambio tuvo lugar repentinamente, cuando este año el gobierno de Israel recibió un informe de expertos en el cual se demostraba que el actual proceso de rápida extinción demográfica de judíos en la Diáspora por la cantidad creciente de los matrimonios mixtos llegó a niveles alarmantes, que peligraba la continuidad de las comunidades judías en el mundo, y que por lo tanto se debía hacer algo inmediatamente.
Fue entonces que el gobierno de Israel decidió considerar el problema como tema de política de Estado. Pero en lugar de tomar acciones en la línea que recomiendan los intelectuales más lucidos del judaísmo, el de facilitar y motivar al acercamiento al judaísmo a los hijos de los matrimonios mixtos, el gobierno, presionado por la ortodoxia, tomó la decisión política de realizar una agresiva campaña mundial, incluso por televisión, contra los matrimonios mixtos y sus hijos/as, la cual comenzó en septiembre del 2009.
El gobierno de Israel hizo una muy grave equivocación, agravando aún más la situación. Rápidamente se vio que, como consecuencia de ella, no se disminuiría sino que se aceleraría el proceso de extinción demográfica. La ofensa que provocaba podía alejar del judaísmo a millones de personas en el mundo que actualmente integran matrimonios mixtos o son hijos de ellos y que optaron por el judaísmo.
Por la indignación que está campaña causó en todo el mundo, y por verse que fracasaría en sus objetivos, a los pocos días el gobierno de Israel suspendió la publicidad en televisión contra los matrimonios mixtos y sus hijos/as.
La extinción demográfica sólo se podrá evitar si el gobierno de Israel toma dos medidas políticas:
1. En lugar de reconocer, en base a la Ley Judía del Vientre, como judío/a solo a hijo/a de madre judía, reconocer como judío/a a quien es hijo/a de madre o padre judío.
2. Realizar y promover, en las comunidades judías, acciones y propuestas que motiven a los hijos de los matrimonios mixtos a acercarse al judaísmo.
La Ley Judía del Vientre surgió en el siglo X en Europa para extenderse luego a todo el mundo judío. Antes se era judío por parte de madre o padre. Al comienzo de la historia de los hebreos, era por parte de padre.
En este siglo la Ley Judía del Vientre es indefendible, y genera todo tipo de discriminaciones entre los judíos, y entre judíos y no judíos. Los rabinos fundamentalistas de la corriente ortodoxa sostienen enérgicamente la Ley del Vientre porque sin ella pierden su poder político y económico.
Rabinos ortodoxos dicen que la Ley Judía del Vientre se debe mantener porque gracias a ella los judíos y las judías nacen con un «alma distinta» al alma que tienen todos los otros seres humanos, ya que sólo el vientre de una madre judía puede transmitir un «Elemento Diferenciador» que da «características especiales al alma de un judío»; ese «Elemento Diferenciador» no lo tiene una madre no judía, aunque el padre de su hijo/a sea un hombre judío. Por lo tanto, si se aceptan como judíos a sus hijos/as pasarían a integrar el pueblo judío personas que tendrían » almas con características distintas a las almas judías».
Esta creencia sobre el » alma especial del judío», es sólo de rabinos ortodoxos. Es rechazada por el reformismo y el conservadurismo y sus rabinos, y por los judíos no religiosos. Este concepto sobre el alma, al oponerse al concepto de igualdad de nacimiento entre los seres humanos, tiene efectos políticos muy peligrosos, ya que atenta contra los conceptos actuales sobre los derechos humanos, contra la esencia del sistema democrático, y fomenta absurdas fantasías psicológicas racistas de superioridad de unos individuos y pueblos sobre otros.
De las tres corrientes religiosas en el judaísmo, la reformista ya anuló la Ley del Vientre. En la conservadora, la mayoría desea hacer lo mismo pero los detiene el no querer entrar en conflicto con el gobierno de Israel . Rápidamente dejarían de aplicar la Ley Judía del Vientre si lo hiciera el gobierno de Israel . Si sucedieran estos acontecimientos es muy probable que los rabinos ortodoxos, para no quedar totalmente marginados, también acepten anular esa ley. Pero si Rabinos ortodoxos fundamentalistas quisieran dentro de un marco religioso seguir sosteniendo la Ley del Vientre y predicar sobre sus supuestas bondades para las almas judías, en un sistema democrático es justo que puedan hacerlo, pero sin utilizar el aparato legal y político del gobierno de Israel, como lo hacen en la actualidad, para «imponer» a todos los judíos regirse por sus creencias.
En este siglo, continuar imponiendo al pueblo judío la Ley del Vientre es una actitud de violencia religiosa fundamentalista. Separa a la familia judía, a hermanos de hermanas, a padres de sus hijos/as, a primos de primos, discrimina y viola los derechos de los judíos hombres sólo por su condición masculina, perjudica el desarrollo psicológico de los niños, aleja del judaísmo a los hijos/as de los matrimonios mixtos y a sus padres y crea innecesarias divisiones en el judaísmo.
Edgar Bronfman, uno de los líderes más importantes del judaísmo de los últimos 100 años y quien fue durante 27 años (1980 – 2007) Presidente del Congreso Judío Mundial, dijo que «es hora de abandonar ideas racistas y de alentar a los matrimonios mixtos a que críen a sus hijos según el judaísmo; el concepto de la pureza empieza a sonar como el nazismo, o sea racista. Los matrimonios mixtos no desaparecerán.
Hay que verlos como un vehículo para duplicar la cantidad de judíos».
Los judíos de todo el mundo deben apoyar esa propuesta de Edgar Bronfman. Siguiendo ese camino, el judaísmo rescatará lo mejor de su historia milenaria, se revitalizará, y solucionará el más grave peligro que enfrenta en este siglo, el de la rápida extinción demográfica que está teniendo y que en los próximos años hará desaparecer a las comunidades judías del mundo si el gobierno de Israel continúa sosteniendo la Ley del Vientre, instrumento legal – político que aleja del judaísmo a los hijos de los matrimonios mixtos.
La mejor solución sería que el gobierno de Israel tome la medida política de establecer que la actual Ley del Retorno, que concede la ciudadanía israelí a todo el que tenga madre o padre judío, también conceda la identidad judía. Esto lo debe hacer rápidamente, porque dentro de unos años ya puede ser tarde para evitar la extinción. Cada año aumenta considerablemente el número de matrimonios mixtos y de sus hijos que se alejan del judaísmo. Luego de milenios en los cuales existen las comunidades judías en numerosos países del mundo, y de haber sobrevivido a numerosas amenazas, peligra como nunca antes su continuidad. Le toca al actual gobierno de Israel la responsabilidad histórica de poder evitar la extinción demográfica judía de la Diáspora.
También tienen en este tema una responsabilidad histórica los intelectuales judíos prominentes, de Israel y de la Diáspora. Ellos deben hacer escuchar su voz para esclarecer a la opinión pública judía.
Muchos intelectuales y políticos judíos (como Golda Meir) han deseado en el pasado que gobiernos de Israel anulen la Ley del Vientre, pero las maniobras políticas de los rabinos ortodoxos lo impidieron. Nunca como hoy se presentó la situación en la que un gobierno de Israel tenga que tomar la decisión política de elegir entre la Ley del Vientre o la continuidad judía. Si no anula la Ley del Vientre, Israel y todo el pueblo judío sufrirá las consecuencias que le ocasionará la desaparición de las comunidades judías del mundo.

Un judío en Kuwait

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Mi origen musulmán hizo que este sorprendente descubrimiento me tomara por sorpresa. Mientras crecía en Kuwait, tuve todo lo mejor. Mi padre era dueño de una exitosa compañía constructora, y proveyó a sus cinco hijos con comodidades como lecciones de piano, natación, caligrafía y viajes alrededor del mundo. Aunque éramos musulmanes como todos los demás, éramos completamente seculares y mi padre siempre trató de protegernos de la gente religiosa a quienes él describía como locos.
Crecí escuchando que los israelíes y los judíos eran la clase de criatura más baja que existe, puestos en la tierra sólo para matarnos a nosotros, los árabes. En la clase de matemática, el profesor decía cosas como: “Si un misil mató X cantidad de judíos, ¿Cuántos judíos matarían seis misiles?
Mi padre era un rabioso anti Israel. Él era producto de la escuela de pensamiento secular de Nasser: secular desde un punto de vista musulmán, pero dedicado fervientemente al concepto de la unidad de la comunidad árabe. Creía que Israel era una delegación norteamericana en el medio oriente post colonial.
Mi padre fue partidario de la OLP desde los años sesenta, cuando Yasser Arafat (quien fundó la OLP mientras vivía en Kuwait) estaba recolectando fondos de los palestinos ricos que trabajaban en los estados del Golfo. Como ingeniero, mi padre participó en un programa donde la asociación de ingeniería de Kuwait substraía dinero de su salario mensual para enviarlo directamente a la OLP. Él insistía en que la guerra y la resistencia eran la única manera de lidiar con Israel.
En el verano de 1990, cuando yo tenía 12 años, nuestras vidas cambiaron completamente. Estábamos de vacaciones cuando Saddam Hussein invadió y anexó Kuwait. El negocio de mi padre, junto con la mayoría del país, fue destrozado. Nuestros ahorros se convirtieron en pedazos de papel sin valor. No podíamos volver a Kuwait, por lo que inmigramos a Canadá. Mi padre se las ingenió para escurrirse de vuelta en Kuwait por unos días para recuperar documentos comerciales importantes, que más tarde serían útiles para recibir compensación de un fondo de las Naciones Unidas.

De mi familia, yo soy el único que se quedó en Canadá. Mi padre nunca se acostumbró a la vida en el nuevo mundo, y tenía buenos contactos comerciales en Jordania, entonces él y mi madre volvieron allí. Todos mis hermanos también se mudaron a medio oriente. Uno de mis hermanos dirige una compañía exitosa en Jordania, dos de mis hermanos están estudiando en Egipto (uno odontología y el otro comercio exterior), y mi hermana vive en Dubai donde trabaja en la industria bancaria.

Una noche de 2003, estaba estudiando en la biblioteca universitaria en la ciudad de Londres en Ontario, Canadá, cuando de repente vi a un hombre mayor. Por su atuendo jasídico, parecía un judío religioso. Se despertó mi curiosidad, y me acerqué a él y le pregunté: ¿Es usted judío?

Con una sonrisa gentil en su cara, dijo: “No, pero me gusta vestirme de esta manera”. No sabía si estaba bromeando o no. Toda la gente religiosa con la que me había cruzado en el pasado eran bastante espeluznantes. ¿Se supone que los judíos deben ser divertidos?

Su nombre era Dr. Isaac Block, un profesor retirado de filosofía. Intercambiamos unas pocas palabras y luego me preguntó sobre mi origen. La historia de mi familia es bastante complicada, y me da dolor de cabeza cada vez que tengo que explicarla. Entonces, simplemente le dije que era un árabe de Kuwait, y le mencioné que mi abuela materna era judía.

Los padres de mi madre se conocieron en Jerusalem cuando mi abuelo, un árabe de Cisjordania, estaba sirviendo en el ejército de Jordania luchando contra los sionistas. Él tenía 18 años y mi abuela 16. El padre de mi abuela dirigía una escuela en Jerusalem, la misma escuela de donde ella se escapaba saltando la muralla para reunirse con mi apuesto y uniformado abuelo. Se enamoraron, se casaron, y vivieron durante muchos años en Shejem (Nablus).

Después de que mi abuelo fuera dado de baja del ejército jordano, la familia se mudó a Kuwait, donde las ganancias del petróleo estaban impulsando enormes negocios y proyectos de construcción. Fue en ese momento que mi madre conoció a mi padre y se casaron.

El origen judío de mi abuela siempre hizo que me preguntara acerca de los judíos. Siempre que íbamos de vacaciones a Amán, Jordania, miraba todo el tiempo el canal de televisión israelí (cuando mis padres no estaban cerca). Mi favorito era el himno nacional israelí, y yo me quedaba despierto hasta tarde esperando para oírlo sonar al final de la transmisión televisiva.

De pie ahí en la librería universitaria, este judío religioso, el Dr. Block, me miró y me dijo: “Para la ley musulmana, eres considerado musulmán, porque la religión es transmitida por el padre. Pero de acuerdo a la ley judía eres judío, dado que el judaísmo es transmitido por la madre”.

Mi cabeza comenzó a agitarse, y las memorias de mi infancia en Kuwait comenzaron a aflorar. Me acuerdo que mi abuela tenía un nombre raro en sus documentos, Mizraji, que nunca había escuchado antes. Ella también tenía un pequeño libro con letras hebreas, y rezaba llorando en la oscuridad (Yo pensaba que el Muro de los Lamentos se llamaba así porque el llanto era parte de la plegaria).

Más allá de una vaga leyenda familiar, mi abuela nunca mencionó nada sobre ser judía – pero ahora las piezas se estaban acomodando. Le agradecí al Dr. Block por la conversación, y corrí a casa a decirle a mi compañero de cuarto lo que había oído. Él sonrió y dijo: “¡Entonces eres un mus-judío!”. No me resultaba gracioso.

Fui a mi cuarto y llamé a mi madre. Ella rechazó la historia, diciendo: “No escuches a gente como ésa. Nosotros somos musulmanes y listo”.

Decidí llamar a mi abuela y sacar el tema. Di algunas vueltas, después de todo ella lo había estado negando durante los últimos 50 años. Y, finalmente, dije de sopetón: “Abuela, ¿eres judía?”.

Ella no respondió a la pregunta directamente, sino que comenzó a llorar y habló sobre los años del conflicto árabe israelí. Me dijo que su hermano Zaki había sido asesinado en Jerusalem antes del renacimiento del Estado. Para mí eso era suficiente confirmación de su judaísmo y decidí dejarlo ahí.

Durante los meses siguientes, evité todo el tema de judaísmo, principalmente para no enfadar a mi madre. Además, estaba terminando la universidad y mi carrera era una prioridad. Estaba contento con la idea de que pertenecía a una “familia mixta”.

Alrededor de un año después, una vez estaba patinando en mi barrio cuando me caí bruscamente y me torcí la muñeca. La calle estaba lisa, así que no pude entender por qué me había caído. No podía dejar de pensar que pareció un empujón desde Arriba. Esos pensamientos me tomaron por sorpresa, dado que no estaba metido en la espiritualidad y nunca había tenido una conexión religiosa. Yo era fisicoculturista, tenía montones de amigos, y estaba comenzando una exitosa carrera como agente de comercio internacional. Entonces, ¿por qué me pasó esto?

Como mi muñeca estaba muy dañada, me vi obligado a tomarme unos días del trabajo. El Dr. Block había mencionado el nombre de su sinagoga, entonces ese sábado a la mañana, decidí ir a ver qué tal. Dudaba por la idea de que todos tenían un origen europeo y yo sería el único de medio oriente, pero de todos modos decidí entrar.

Llamé un taxi y me bajé en la puerta de la sinagoga. Mientras entraba, la primera persona que vi parecía indio. Me dio la mano, dijo “Shabat Shalom”, y me dio una kipá. Después vi un hombre de tez oscura, lo que realmente me sorprendió. Y el Dr. Block también estaba allí.

Me alcanzaron un libro de rezos, me indicaron la página correcta, y antes de darme cuenta todo el mundo estaba cantando Veshamerú.

“Y los Hijos de Israel observan el Shabat, para hacer del Shabat un pacto eterno por todas sus generaciones. Entre Mí y los Hijos de Israel, es una señal perpetua, pues en seis días hizo Dios los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó de trabajar y descansó”.

Algo me sacudió, y sentí como si conociera esa canción. Simplemente me paré allí recibiendo los sonidos, los olores y las vistas. Todo pareció completo y perfecto. Fue lo opuesto a todo lo que había escuchado sobre los judíos o sobre el judaísmo. En este punto mis lágrimas fluían libremente.

Era lo opuesto a todo lo que había oido sobre los judíos.

Después de que terminaron los servicios, me reuní con todos para el Kidush. Hablé con una pareja egipcia y compartimos nuestras historias personales. Se reunieron judíos de todos los orígenes, y yo era otra pieza en este rompecabezas.

Después del Kidush, acepté la invitación del Dr. Block para unirme a él a almorzar. Le dije: “No puedo creer que yo esté aquí, cantando y rezando en hebreo. Nunca lo hubiese imaginado”.

Me sonrió y dijo: “No es tan difícil de creer. Todo judío nace con una pequeña Torá y una pequeña Menorá dentro”. Luego presionó su hombro contra el mío y dijo: “Todo lo que hace falta es que otro judío la encuentre y la encienda”.

Mi interés creció desde allí, comencé a estudiar Torá y a respetar Shabat. El año pasado pasé un mes en Israel viajando y estudiando en el programa “Fellowships” de Aish HaTorá Jerusalem. Fue un hermoso “regreso a casa”.

Todavía mantengo contacto con mi familia y mis viejos amigos. Son gente maravillosa y los amo mucho. Pero sin embargo es difícil relacionarse con ellos en muchos aspectos. En el mundo árabe hay muchísimos prejuicios y mala información sobre Israel. Por eso estoy trabajando para desarrollar un programa para educar a los árabes sobre los judíos, para disolver los estereotipos propagados por los medios de comunicación y escuelas musulmanas. Espero que mi peculiar origen pueda ayudar a unir algo de lo que divide.

Otra manera mediante la que espero alcanzar esto es ayudando a establecer relaciones económicas entre Israel y países árabes. Eso crearía confianza y experiencia común, que podría ser dirigida hacia el objetivo de una paz genuina y duradera.

Otro tema en el que estoy poniendo mi atención es que en el mundo árabe está siendo inculcada la negación del holocausto. El verano pasado fui a Auschwitz, y estoy trabajando para producir el primer documental árabe de la historia sobre el holocausto. Quiero explicarles a los musulmanes, en su propia lengua, lo que pasó exactamente.

A menudo pareciera que el conflicto árabe israelí es intratable. Pero yo creo que en el mundo de hoy en día, hay una oportunidad real para un cambio radical. Los árabes hoy tienen más educación universal, lo que los hace más abiertos y curiosos. También están conociendo israelíes y judíos en sus viajes alrededor del mundo, lo que destruye los prejuicios. Y como vimos durante las protestas recientes en Irán, mucha gente joven en el mundo árabe desea una reforma. Y encima de esto, tienen acceso a internet de alta velocidad, que abre un amplio abanico de nuevas formas de comunicación, y la posibilidad de formar nuevas amistades sin las restricciones de las fronteras o las agendas políticas. Posiblemente esto pueda ser la base de un movimiento popular para remendar las relaciones, y con esperanza, para algún día alcanzar la paz.

Todos mis primos judíos están viviendo como musulmanes en el medio oriente.

El otro tema que necesita atención urgentemente es el de matrimonios mixtos en Israel. Desafortunadamente, una historia como la de mi abuela no es tan rara. Muchas mujeres jóvenes judías son atraídas por hombres árabes y llevadas a vivir en sus villas. Los hijos y nietos nunca se enteran de la verdad, especialmente por las tensiones políticas y la inquietud que esto podría causarle a la familia. Como resultado, nuestro pueblo pierde a muchos judíos, que viven como musulmanes en medio oriente. Recientemente conocí a un israelí, séptima generación de israelíes, cuya prima se casó con un palestino y se fue a vivir a Arabia Saudita. Sus descendientes son judíos viviendo en Arabia Saudita.

Todos mis familiares saben que estoy practicando el judaísmo, y la mayoría lo acepta. Puedo hablarles sobre judaísmo y están políticamente interesados. Nos amamos y respetamos los unos a los otros. Sin embargo mi padre se opone, dado que el secularismo y la guerra en contra de Israel son dos pilares ideológicos de su vida. Cuando comencé a interesarme por el judaísmo, no se lo dije directamente. Estábamos teniendo una discusión política y le mencioné que yo apoyaba al Estado de Israel. Eso encendió un gran choque, y he aprendido a discutir estos temas solamente de forma indirecta. Siempre sé cuando he cruzado la raya: él se enoja y me llama “sionista”.

La otra excepción es mi abuela. Le pedí varias veces más información sobre el origen de su familia, pero ella rehúsa hablar de eso. Puede ser que algún día encuentre la llave para que se abra.

Mientras crecía, me enseñaron que los judíos eran la fuente de toda la maldad, y que descendían de los monos y los cerdos. Por otro lado, yo tenía la imagen de mi abuela sosteniendo su libro de rezos con letras hebreas, rezando con tierna devoción. Ella es la persona más dulce que conozco y no hay forma de que ella venga de una banda de asesinos sedientos de sangre. Ella me dio un alma judía, y a su manera, fue la que mantuvo viva mi chispa judía.